Primera historia


HOTCHKISS EFFIE: Primera Mujer en cruzar EE.UU en moto, en 1915



Rondaba el año 1915 y Effie Hotchkiss se sentía aburrida trabajando como empleada en un banco de Wall Street, en la ciudad de Nueva York. Effie quería hacer algo emocionante. Quería ver a América. Y quería hacer las dos cosas al mismo tiempo. Aunque el número “un millón” del Ford Modelo T, acababa de salir de la línea de montaje, Effie no quería cruzar el país, de mar a mar, a bordo de un automóvil. Había abrigado la peregrina idea de hacerlo en una motocicleta.Effie compró una motocicleta y al comentárselo a su madre, no sabemos si contagiada del entusiasmo de su hija o dispuesta a no quedarse sola en casa esperando noticias suyas, en lugar de tratar de disuadir a Effie para que reconsiderara su decisión, optó por apuntarse y pidio que le pusiera un sidecar.

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El 2 de mayo 1915, el extravagante dúo partió de Brooklyn, Nueva York, con el pretexto de asistir a la “Exposición Internacional Panamá-Pacífico” en la ciudad de San Francisco, ciudad que quedaba a la nada despreciable distancia de 14.000 kilómetros. Toda una hazaña en la época!!!







Segunda Historia


PEGGY IRIS THOMAS:18 meses, una moto y un perro en 1950


Peggy fue una de las capturadas por el glamour viajero de la épocay compró una moto (Bantam) con la que enseguida se lanzó a protagonizar un viaje de 4.500 millas por Escandinavia en compañía de su amiga, Prudence Beggs (en la foto), lo que fué todo un logro por entonces. Sin embargo, el más famoso viaje de Peggy fué su epopeya de 18 meses, cubriendo 14.000 millas a través de Canadá, los EE.UU y Méjico, con apenas unos centavos en el bolsillo, y teniendo como pasajero a su amigo y compañero de viaje ‘Matelot’, un Terrier, cómodamente instalado en una caja improvisada en el asiento trasero.








“No tengo planes concretos ni rutina a la vista, no hay una ruta planeada que deba seguir ni reservas de hotel por las que preocuparse. Frente a mí, carreteras sin fin por las que aventurarme y nuevos amigos.”







Tercera Historia


Viaje Por Sudamerica


Así fue el viaje en moto por Sudamérica de un padre y sus hijos


Un viaje en moto por Sudamérica cambió la perspectiva de una familia y que dejó como lecciones la importancia de salir de la rutina, viajar y disfrutar de los pequeños detalles.




Cuando salió del quirófano, Humberto Iriondo se dio cuenta de lo fácil que la muerte puede acercarse. A él se le aproximó en forma de infarto mientras jugaba al tenis, el 5 de noviembre de 2016. La circunstancia cambió su mirada sobre la vida, y también la de sus dos hijos: Pedro y Nicolás. Mientras el padre se recuperaba, Nicolás definía los detalles de un viaje que meses atrás ya había empezado a planear con Humberto. “Yo me fui de intercambio y cuando volví, a mi papá no sé qué fue lo que le pico, pero me dijo: ‘tengo ganas de hacer un viaje en moto por Sudamérica’ y ahí empezó todo” cuenta Nicolás. La idea era salir de Bogotá a finales de 2017, para aprovechar el verano y para celebrar el cumpleaños de Humberto. Tenían un año para escoger la ruta, que Humberto se mejorara y para terminar de acostumbrarse a las motos que acababan de comprar.


Viaje en moto por Sudamérica


“Siempre hemos sido una familia motera, yo aprendí a manejar moto a los cinco años. Pero decidimos cambiar la motos enduro por las de calles para hacer el viaje” dice Nicolás. Compraron tres BMW F800GS y salieron el 26 de diciembre de 2017. La travesía hacia el sur empezó por Ecuador, siguió en Perú, Bolivia, y luego Chile. Desde allí bajaron por Argentina, hasta llegar a Ushuaia. Después de estar en el sur más profundo de Sudamérica, subieron. Argentina, Paraguay y Brasil.




“Ahí ya nos empezamos a adentrar a Perú, por toda la selva amazónica, por el gran pantanal, donde no hay nada”


Paisajes y experiencias en moto


En general, el viaje de los Iriondo estuvo tranquilo, pero como en todas las generalidades, hay pequeñas excepciones. Las excepciones de los Iriondo no fueron mayores, pero hay unas cuantas que resplandecen en la memoria de Nicolás muy claramente. En la primera, recuerda el calor, la tierra en desierto, el sol y las tres motos bajando el cañón del Pato hacia Lima. El calor lo hervía todo, y les había dejado la sed. Pero mientras seguían por la nada del desierto apareció un caserío. Pararon para quitarse la chaqueta unos segundos y de pronto salió una mujer. “Tenía un marrano, una sandía, su hijo y su techito. Nos vio con calor, partió la sandía y nos dijo ‘por favor tomen esto’. Fue muy bonito. Nosotros llevábamos un cuello que dice Viajando sin frenos (el nombre del blog de viajes Nicolás) y se lo regalamos a ella y al hijo, le dimos algo de dinero. Ella no pretendía eso, pero nos salvó la vida”.


Problemas mecánicos


El viaje en moto por Sudamérica tuvo sus dificultades mecánicas, en especial dos para su padre. Primero, por Ushuaia, los obligó a dejarla en el taller y a seguir en dos motocicletas, con uno de ellos de parrillero. Tres días después, de subida, la recogieron, pero tras kilómetros de andar, llegando a Buenos Aires, la moto volvió a fallar. “Una bujía se dañó y no supimos cómo arreglarla hasta que nos recogió un camión: subimos las tres motos, colgamos hamacas y dormimos ahí”. Faltaban 1000 kilómetros y una noche larga. Estos dos percances en la memoria de Nicolás lo llevaron a contar otra historia. Una que tiene por protagonista a tres camioneros chilenos. “Estábamos muy al sur, paramos a almorzar y había tres camioneros esperando, nos pusimos a hablar con ellos, pero cuando nos íbamos a despedir, de pronto, uno empieza a llorar. Y nosotros ‘qué pasó’, y nos dice ‘ustedes tocaron mi corazón, quiero llegar a mi casa a decirle a mi hijo que quiero viajar con él”.


Los amigos del camino


Nicolás pensó en Nemo, en la escena en la que Dory y Marlin enfrentan a los tiburones y los tiburones los ven como amigos y no como comida “porque los camioneros son los monstruos de la carretera, los camioneros son los grandes, se lo comen a uno, y las motos son como las más débiles, no tienen protección, nada, entonces ese día, hablando con ellos, se me vino a la cabeza la idea de que las motos son amigos, no comida, y me di cuenta que todos en la carretera somos hermanos. Ese dia nos abrazamos todos y fue una experiencia muy bonita, yo todavía hablo con ellos por Facebook. Arturo pudo viajar con su hijo, y me gustó saber que tocamos el corazón de las personas”. Cuatro meses después del viaje en moto por Sudamérica todo era distinto para Nicolás: la vida, el trabajo, su padre, su hermano, su madre, y él. Aunque trabaja como todos los demás, viajar es su nueva prioridad.




“Antes pensaba que la plata lo era todo, pero hoy en día veo a mis amigos que están en consultoría y por más millones que se están metiendo, yo no podria: ellos entran a las 8 y media de la mañana y salen a las 2 a.m. No tienen tiempo para disfrutar la vida”.


El siguiente viaje


Nicolás no sabe cuándo pero va a volver a viajar, porque es su sueño: ir en moto hasta Alaska y andar de mochilero por todo el mundo.




“Mi idea es comprar una motico, o que alguien me financie, montar mi maleta y arrancar. Yo sé que hay obstáculos pero hay que disfrutar la vida, el día a día, salir de la rutina”.